Mota Man no fue siempre así, no nació mutante, no tenía la capacidad innata de hacer que los sicarios de la muñeca lo intentaran limpiar de la faz de la Tierra. Mota Man, antes de poseer el poder de la insignificancia adquirida, era una persona normal, con sus virtudes y sus defectos, que no sabía en lo que iba a acabar convirtiéndose...
Trilogía del Señor de las carambolas
Primera carambola: La Comunidad de Internet
Hace mucho tiempo, el alter ego de Mota Man, llamémosle Mr. R., para no desvelar su identidad secreta, disfrutaba de su tiempo libre navegando por los amplios mares de Internet. Un día, jugando al billar "on line", carambolas del destino, se enfrentó a una murciana, llamémosla Fatty A., con la que siguió manteniendo el contacto mediante el abuelo del Whatsapp, el Messenger.
Esta no sería la única carambola...
Tiempo después, Mr. R., pensó que Fatty A. se había molestado con él, puesto que ya no se dignaba a intercambiar tecleadas con nuestro buen amigo.
Segunda carambola: Las Dos Amigas
Días después, siguiendo con la tónica de intentar hablar con Fatty A. sin recibir respuesta, Mr. R. pensó que, por la razón que fuere, la chica se habría molestado por algún comentario, y de ahí el mutismo. Nada más lejos de la realidad, puesto que en una ocasión recibió un mensaje desde el Messenger de Fatty, pero las palabras no fueron suyas. Eran de una amiga, su Robin, su partener, quien se metía en la cuenta de Fatty A. para revisar su correspondencia virtual, debido a problemas con el equipo informático de F.A. Tanto tiempo tardó Fatty en arreglar su ventana al mundo virtual, que Mr. R. y la escudera de Fatty, llamémosla Owlie B., acabaron hablando también.
Tercera carambola:El Retorno del ¡Hey!
Después de hablar en varias ocasiones, Owlie B. le comentó a Mr. R. que tenía una hermana, Little C., quien compartía profesión con él, con la única diferencia de que mientras él ya ejercía como docente recién salido del horno, ella todavía estaba a un año de acabar los estudios.
Mr. R. le pidió a Owlie B. que le presentara a su hermana, puesto que tenía la curiosidad de saber cómo se rellenaban las horas destinadas al aprendizaje de la lengua autóctona en otra región que solo tenía el castellano como lengua vehicular.
Al poco tiempo, el encuentro cibernético se produjo y...¡hey! a Mr. R. le encantó hablar con Little C., la sensación fue recíproca, y empezaron y siguieron, diariamente, con una larga serie de intercambios manuscritos, o manecleados, según se quiera ver.
Así fue como Mr. R. y Little C. entablaron contacto, a casi 500 km de distancia, de manera casi azarística, improbable. Durante mucho tiempo este contacto fue atribuido al destino, sin saber que lo que realmente les deparaba ese mismo destino caprichoso era convertirse en Mota Man y la Muñeca...
Pero para eso, todavía había de llover bastante...
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